Anestesiado por un silbido gélido
que parece nunca detenerse,
solo me queda el corazón caliente.
La bandera harapienta, embarrada,
un amigo estaqueado acá, en las islas,
y mi alma en el continente.
Voluntario patriotismo arrepentido,
por los deseos de volver
a tener una cama decente.
Recuerdos de mi vieja,
la angustia eterna,
que de seguro, siente.
Y una foto de ella,
que quizás, espera,
la llegada de un valiente.
Te extraño, petisa querida,
disparos, explosión, muerte,
no se, si estoy inconsciente.
Tengo demasiado frío,
temo no volver a verte,
y casi ni siento, el corazón caliente…
Edgardo “Gari” Pérez
A los héroes de Malvinas.