El predio en cuestión fue originalmente propiedad de la empresa Unitán, dedicada a la producción de tanino. Según relató Binder, fue cedido a principios de los años 70 a Carlos Binder, uno de los fundadores del movimiento, en reconocimiento al trabajo social y deportivo que realizaba con jóvenes del barrio. «Primero se lo prestaron y luego, en 1973, decidieron donarlo», explicó
Como el movimiento no contaba en ese entonces con los recursos necesarios para escriturar el terreno a su nombre, Unitán firmó un acuerdo con la Municipalidad de Puerto Tirol: el espacio sería destinado a uso público, con la idea de que más adelante el municipio gestionara la titularidad a favor del Movimiento Baquiano. En ese momento, el intendente era Rubén Canela. Sin embargo, el traspaso nunca se concretó formalmente y la situación permaneció en ese limbo legal durante años.Previous

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Recién en 1989, bajo la gestión del entonces intendente Darío Gómez, se firmó una resolución que desafectaba el predio como espacio público para permitir su cesión definitiva al movimiento. A pesar de ello, la regularización nunca se completó. «Quedó como espacio público, con esa única resolución como respaldo», indicó Binder.
En los años 90, el movimiento había construido con esfuerzo propio dos salones y un baño, incluso funcionaba allí una biblioteca pública. «Los chicos vendían hueso, cartón, aluminio para comprar materiales. También recibimos donaciones del sindicato de Unitan», relató. Sin embargo, frente a la necesidad del barrio y a pedido de la municipalidad, cedieron el espacio para que funcione un comedor comunitario. Este acuerdo se formalizó con un convenio firmado con el intendente del momento.
Desde entonces, el Movimiento Baquiano y el municipio compartieron el espacio: el comedor funcionaba durante el día y las actividades del movimiento continuaban en los mismos salones. «Los servicios como luz, agua y el mantenimiento del predio siempre corrieron por nuestra cuenta», enfatizó.

El conflicto se reavivó en 2020, durante la primera gestión del intendente Humberto De Pompert, cuando el municipio comenzó a revisar el estado legal de sus espacios públicos y constató que ese terreno aún figuraba como tal. La administración entonces intentó desalojar al movimiento, cuestionando la validez de la resolución de 1989 aludiendo a que en ese momento la organización no tenía personería jurídica. Para entonces, el movimiento ya había regularizado su situación legal.
Binder contó que el caso fue presentado ante el Concejo municipal, que ratificó la resolución anterior al constatar que el movimiento contaba con toda la documentación correspondiente. El intendente vetó la ordenanza, pero el Concejo volvió a ratificarla, con lo cual quedó firme. La Municipalidad respondió con una acción de amparo, que fue rechazada por la justicia al considerar que se trataba de un conflicto institucional entre el poder Ejecutivo y Legislativo local.
En 2023, el Concejo aprobó una nueva ordenanza que dejaba sin efecto la resolución histórica que otorgaba el terreno al movimiento y anunció que en el lugar se construiría una plaza. «Hace dos semanas nos notificaron de una demanda de desalojo. Ahora estamos esperando la resolución judicial», detalló Binder.Previous


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El referente recalcó que el reclamo del movimiento no es sólo legal, sino también histórico y comunitario. «Nunca fue un terreno municipal como para que hoy lo reclamen como suyo. Acá se han hecho cientos de actividades: boxeo, taekwondo, fútbol, campamentos con chicos de Resistencia, La Leonesa y Santa Fe», enumeró.
Uno de los eventos más emblemáticos es la peregrinación náutica en honor a San José, que se realiza desde hace 19 años por el río Negro, cada 19 de marzo, fecha del patrono de Puerto Tirol. «Nosotros seguimos ahí, seguimos presentes y activos. Lo único que queremos es que se respete nuestra historia y el trabajo que hicimos durante más de 50 años», concluyó.
Fuente: Diario Norte.